DESARROLLO SOCIAL

Palermo, escenario de la fe

El arzobispo Bergoglio confirmó a 21.000 católicos en dos misas que reunieron a 95.000 personas

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, presidió la confirmación de 21.000 personas en dos misas multitudinarias celebradas ayer ante el Monumento de los Españoles, en Palermo, que reunieron en total a 95.000 personas.

El prelado pidió autenticidad, sencillez de vida y transparencia a los casi 12.800 adultos que se confirmaron por la tarde, y señaló que "un cristiano no puede excluir a nadie".

A la mañana, más de 8200 chicos recibieron el sacramento de varios obispos y unos 300 sacerdotes, en una ceremonia que congregó a 45.000 personas, según informó a La Nación la Policía Federal. La misma fuente indicó que a la misa de la tarde concurrieron 50.000 fieles.

La masiva convocatoria tiene una explicación: este año no se efectuaron confirmaciones en las distintas parroquias; se las reunió en un solo acto, en el año que el Papa decidió dedicar al Espíritu Santo como preparación al Jubileo del año 2000.

Bergoglio insistió en la unidad diocesana: "La suerte de la evangelización -dijo- está unida al testimonio de unidad dado por la Iglesia".

Fieles de los más variados sectores sociales y de todas las zonas de la ciudad -desde Barrio Norte hasta Villa Lugano- participaron en el acto y vivaron al Espíritu Santo.

El obispo auxiliar Raúl Rossi señaló que se buscó un gesto de unidad para recordar la importancia de la confirmación, uno de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. Casi todos los padres bautizan a los hijos y la mayoría hace la primera comunión, explicó, pero la confirmación está menos presente en la cultura.

El tiempo no falló

Por la mañana, un día nublado parecía presagiar lluvia, pero apenas iniciada la misa el cielo se entreabrió y dio paso a un sol brillante.

"Estábamos rezando para que no lloviera", dijo Corina Alvarez, de 20 años, de Caballito, que estudia contaduría en la UBA y que participó en la organización con su novio, Leonardo Migale, alumno de la UTN.

En la misa de la mañana, dedicada a los chicos, monseñor Bergoglio usó un lenguaje muy sencillo e hizo preguntas a los asistentes. "No los oigo", decía, animándoles a que respondieran a quién tenían más confianza. "A Jesús", gritaban los chicos.

Invitó a todos a pedir a Jesús que "nos dé su amor, que es el Espíritu Santo". Hubo luego un ambiente de profundo silencio.

Después, simultáneamente, cada uno de los confirmandos dijo su nombre en voz alta. Monseñor Rossi señaló que el arzobispo no los entendería, pero Dios tiene sus nombres escritos en el cielo.

Bergoglio preguntó a Rossi si los chicos estaban debidamente preparados y éste contestó que sabían que iban a recibir el Espíritu Santo, que los confirmaría para dar testimonio de Jesús. El arzobispo elevó las manos en un gesto que acompañaron todos los sacerdotes, imponiéndolas sobre la muchedumbre.

En seguida, uno a uno, cada obispo y sacerdote fue ungiendo con óleo a algunos confirmandos, haciéndoles la señal de la Cruz en la frente.

Bergoglio lo hizo personalmente con 50 jóvenes, la mayor parte de ellos discapacitados. Se lo veía sonriente, y luego de imponer el sacramento daba un beso a cada confirmando. La primera fue Lucía Millán, una chica de 14 años que tiene una lesión en el cerebro y fue preparada en el hogar Cosechando Alegría, del barrio de Recoleta. Otro chico que confirmó el arzobispo fue Claudio Luzaco, de 12 años, que estaba en silla de ruedas y sufre parálisis cerebral, no obstante lo cual está por terminar el 7º grado en una escuela común, Santa Elisa.

Quienes se confirmaban estaban vestidos de distintas maneras. Pero un grupo de chicas tenía vestidos blancos, como de primera comunión. Eran de la villa 31, de Retiro,comentó María Inés Banegas, madrina de Verónica Veleizan, que se confirmaba con otros chicos de esa zona. Al empezar la misa, se había acercado al altar el jefe de Gobierno de la Ciudad, Fernando de la Rúa.

Al concluir el oficio religioso, monseñor Bergoglio leyó un cartel con los colores bolivianos que decía: "Mamita, que nos devuelvan a Edith". Lo sostenían los sacerdotes Ernesto Narcisi y Raúl Varela, de la villa 20, del Bajo Flores. El arzobispo hizo rezar un Ave María a todos para que aparezca esa niña que le fue robada a su joven madre, Silvia Pérez Villavicencio, que estuvo en la misa con su esposo.

Un vocero de la Catedral, Roberto Dabusti, dijo que a la mañana se distribuyeron 40.000 comuniones. Ana Chazarreta, ama de casa, de Boedo, se mostró asombrada por el orden en un encuentro tan grande. "Estuvimos orando tanto para que esto pasara -comentó-. El Señor sincroniza todo".

Diario La Nación 13 Octubre 1998
http://www.lanacion.com.ar/113985-palermo-escenario-de-la-fe


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